El silencio de Francisco, las lágrimas de Ratzinger y su declaración nunca publicada

 

    su silencio total sobre la cuestión más esperada y controvertida: la ordenación de varones casados.

    Benedicto XVI levantó personalmente el teléfono y llamó a Sarah, primero a su casa, donde no lo encontró, y después a su oficina, donde el cardenal respondió.

    las razones de una agresión tan violenta e injusta. Y lloró. También lloró Sarah. La llamada telefónica concluyó con los dos en lágrimas.

   

 

     Querida Amazonia

 

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